martes, 27 de octubre de 2009

MUNDA según Segura Ramos.

Como es sabido, la «llanura de Munda» o campus Mundensis, así como el correspondiente oppidum del mismo nombre, en cuyos aledaños tuvo lugar la batalla decisiva de César frente al hijo mayor de Pompeyo Magno, Gneo Pompeyo el Joven, el 17 de marzo del año 45 aC, permanece aún día sin localizar de una manera definitiva.

Actualmente, son dos las propuestas que se disputan la ubicación de la llanura y de la ciudad, y ambas se remontan al siglo dieciocho o comienzos del diecinueve. Ambas tienen en su origen a valedores españoles. En un caso, la ciudad elegida es la cordobesa de Montilla y la llanura, los llamados Llanos de Vanda. En el otro, el lugar se sitúa al oeste de Osuna, pueblo de la provincia de Sevilla, en las cercanías de La Lantejuela, en los denominados Llanos del Águila y Cerro de las
Camorras o de las Balas.

Pero, muy probablemente, ninguno de estos dos lugares corresponde a la verdad histórica, y, de todas formas, creo que el sitio de la batalla ha de buscarse siempre al norte del río Genil, por lo que, a contracorriente de las tesis que más apoyos hallan modernamente, encuentro que la primera propuesta tiene más visos de verdad que la segunda.

Pues, en efecto, si esta última se cimentase única y exclusivamente en la aseveración que encontramos al final del capítulo 41 del Bellum Hispaniense en donde se afirma que Osuna (ciudad que César se apresta a tomar, por ser pompeyana, tal vez a finales de marzo, días después, por tanto, de la batalla de Munda) es una ciudad bien fortificada, que posee provisiones de agua y leña en su interior, por cuanto en torno a ella era imposible encontrar agua a menos de doce kilómetros, así como tampoco leña a menos de nueve, dado que Pompeyo (Gneo) había talado la madera e introducídola dentro de la ciudad, «por lo cual los nuestros (a saber, los
soldados de César) no tenían más remedio que alejarse hasta Munda, que acababan de tomar, para transportar madera allí (a saber, a Osuna; B.H. 41, 6: ita necessario nostri deducebantur, ut a Munda, quod proxime ceperant, materiem illo deportarent) », entonces la ubicación de Munda en la vecindad de Osuna sería, cuando menos, una hipótesis aceptable, independientemente de que convenciese o no.

Ahora bien, resulta que éste no es argumento único. Ni único ni exclusivo. En honor a la verdad, tampoco es el primer argumento que manejan los defensores de la teoría. Cuando se aduce (en ocasiones, ni siquiera se aduce) es, a lo sumo, un segundo argumento.

Pues bien, esta situación, precisamente, echa por tierra, definitivamente a mi juicio, la pretensión de colocar a Munda al oeste de Osuna, por cuanto todos los demás argumentos tomados uno por uno no son, en sí, definitivos y, amontonándose los unos encima de los otros, se restan fuerza recíprocamente y debilitan la teoría en cuestión.

Es así como no es argumento el primero que esgrimen Durán-Ferreiro (232), a saber, que Munda «estuvo emplazada en el territorio que en tiempos de Plinio constituía el conuentus de Astigi», por la sencilla razón de que también Ucubi (Espejo), que dista 30 kilómetros de Córdoba, pertenece a dicho conuentus. Estos autores presentan otros argumentos, que examinaremos más abajo. Nos vamos a centrar ahora en uno que ellos consideran novedoso y determinante, a saber, el descubrimiento de un pasador de plata (cuya descripción se halla en p. 234) con la inscripción A VARO, es decir, Atio Varo, quien tras el desastre pompeyano de Tapso (año 48) pasó a España, intervino en la batalla de Munda y en ella perdió la vida.

Los autores imaginan que «es muy probable que fuera perdido por Varo durante el combate o por el soldado cesariano al que […] le tocó en suerte la pieza». Decididamente, no deja de fascinar un hallazgo de esta naturaleza, sólo que desgraciadamente «se trata de un objeto que puede viajar», como no pueden menos que reconocer los propios autores (234), y ahí radica su punto débil: hallado en este caso en los llamados Llanos del Águila el pasador podría haber sido encontrado en cualquier parte.

Puesto que el Bellum Hispaniense menciona el sitio de Carruca (Cárruca) entre Ventipo (Véntipo) y la llanura de Munda, y afirma asimismo que la distancia existente entre el primer lugar citado y esta última llanura hubo de ser salvada antes de entrar en combate por el ejército de César; si aceptamos que el famoso Campus Mundensis está sito al norte de Osuna, en los Llanos del Águila, como pretenden los estudiosos antes mencionados, entonces dicha ciudad de Cárruca tendría que estar situada entre los ríos Genil y Corbones, si, viniendo el ejército de César desde Ucubis, Véntipo, por la que pasa, queda previamente situada al este de Ostippo (Écija). El lugar preciso, según Ferreiro, «aunque no definitivo» (268), sería el Cortijo de los Cosmes: «A título provisional, naturalmente, pues no lo sabremos con seguridad hasta que no contemos con un epígrafe que lo confirme» (267). Pues eso, justamente: si pudiésemos localizar bien estos dos núcleos urbanos, de semejante seguridad se seguiría que Munda quedaría localizada con toda exactitud.

Desgraciadamente, vemos que no es éste el caso.

Corzo resume su análisis del material que concierne a la posible localización de Munda, a la que ubica en los ya conocidos Llanos del Águila, en los siguientes cinco puntos (251-252):

1. Glandes de plomo, incluso con una inscripción relativa a Gneo Pompeyo, en los yacimientos próximos a Osuna denominados «Cerro de la Camorra» y «Cerro de la Atalaya», los cuales no aparecerían en otras localizaciones.

2. Proximidad de la vía de Carteya, utilizada por Gneo Pompeyo para poner tierra por medio.

3. Continuidad de una importante población en aquella zona durante época imperial

4. Semejanza topográfica con los parajes descritos en el B.H.

5. «La proximidad de Osuna justifica la carta enviada por Gneo Pompeyo a los habitantes de la ciudad antes de la batalla […] y concuerda con los datos del capítulo 41 a los que hicimosreferencia (a saber, necesidad de buscar agua y leña en Munda; 252)».

Puntos a los que cabría replicar:

1. Igual que manifestamos respecto al pasador, ¿sería imposible esperar que tales glandes apareciesen en otros lugares? Y si así fuese, ¿tendríamos que concluir necesariamente que allí podría estar Munda, deduciendo sistemáticamente de todo lugar en que aparezcan que allí tenemos una Munda?

2. ¿Acaso si Gneo se hallase más lejos de semejante vía iba a dejar de huir por ello?

3. ¿No es verdad igualmente que también en otros puntos cabe inferir que ha persistido una importante población?

4. ¿Acaso en los Llanos de Vanda no se da también una gran semejanza topográfica?

5. ¿Es imprescindible que, para que Pompeyo envíe una carta a determinada población, ésta se halle muy cerca?

Se ve, pues, que ni por sí solos ni por separado estos argumentos poseen la suficiente fuerza probatoria, hecho que admite el propio autor (252): «La demostración definitiva de esta hipótesis necesitaría quizá de hallazgos epigráficos o excavaciones extensas, de los que aún no disponemos.»

Como se ve, reina la inseguridad, de manera que sólo Ferreiro con su intento de localizar las poblaciones de Cárruca y Véntipo opta por elegir un método siquiera convincente. Otra cosa es que de ese método no se siga, desgraciadamente, nada decisivo y que en la identificación buscada no alcancemos seguridad alguna y parezca que estamos jugando a las adivinanzas.

Volvamos, pues, a la vecindad de Osuna. Ya hemos visto cómo en la obra que narra esta última fase de la guerra civil entre César y Pompeyo el joven se nos informa de que la madera necesaria para la campaña se halla a no menos de nueve kilómetros de distancia, y que por eso hay que ir a buscarla a Munda (B.H. 41, 5). Pero cabe razonar de la siguiente manera: si no hay madera a menos de nueve kilómetros nada excluye que haya madera a los diez kilómetros, pongamos por caso. Entonces, ¿por qué no dice el autor que iban a recogerla a esa distancia? Pues, por definición, a esa distancia sí había madera. Si, como es obvio, Munda está al lado del campus Mundensis, y éste queda identificado como «Los Llanos del Águila», a una distancia, al norte de Osuna, superior a los nueve kilómetros, no se ve por qué habían de ir tan lejos a buscarla, teniéndola bastante más cerca. Esto es, no se ve por qué Munda ha de estar junto a los Llanos del Águila para que quede cerca de Osuna y de esta manera justificar la búsqueda de madera en sus alrededores, ya que no la había a menos de nueve kilómetros a la redonda de esta última ciudad (pero, como hemos mostrado, sí podía haberla, digamos, a diez kilómetros de distancia). En otras palabras, si esto es así, los soldados se mostraban bastante lerdos, puesto que se dejaban atrás lamadera y progresaban en su busca, alejándose insensatamente de ella. Para el caso, lo mismo da que Munda esté situada a 20 kilómetros de Osuna como a 60, pues tanto en uno como en otro dejan absurdamente a sus espaldas la ansiada madera.

Por tal motivo, cabe preguntarse si no se estará queriendo decir otra cosa. Esto es, ¿no se estará queriendo decir que los soldados van a Munda a por materiales ya preparados y que por eso resulta más cómodo para ellos hacer un viaje de dos o tres días para traerse los maderos de torres, manteletes, galerías, etc., ya usados, en lugar de cortar la madera de nuevo y construirlo todo partiendo de cero? ¿No habrá alguna otra razón que el autor pasa por alto y que bien pudiera ser la necesidad de seguridad frente a los ataques de los enemigos? Cf., en efecto, para esta hipotética causa lo dicho en 27, 1: equites in oliueto dum lignantur interfecti sunt
aliquot.

Ahora bien, sucede que el teatro de operaciones descrito por el autor se nos muestra estrecho y claustrofóbico, siendo ésta una de las razones fundamentales, a nuestro juicio, para no poner a Munda lejos de ese teatro en esencia único, en el que ambos ejércitos se mueven de forma lenta y como en una pesadilla, persiguiéndose el uno al otro con cautelosos movimientos, sin dejar de vigilarse y sin alejarse demasiado entre sí, por consiguiente. La acción se desenvuelve esencialmente en un radio de 30 kilómetros a la redonda: Corduba, Ullia, Ategua, Ucubis, Castra
Postumia, Soricaria. Entonces, ¿cómo va a ser posible que de repente el autor sin previo aviso y sin dar muestras de cambio de actitud alguno nos lleve cincuenta kilómetros más abajo? Téngase presente que cuando se anuncia la llegada a Munda los ejércitos han partido de Úcubis, que está a 30 kilómetros de Córdoba (adonde, por cierto, marchan los derrotados después de la batalla y no precisamente a Osuna), de manera que las ciudades se van sucediendo de forma natural: Úcubis, Véntipo, Cárruca, Munda. ¿Por qué habría de salirse el autor del círculo infernal de este
teatro de operaciones sin ofrecernos indicación ni dato de ninguna clase? (cf. también a este propósito Pascucci, 302).

En consecuencia, infiero que Munda debe hallarse más cerca de este angustioso teatro de operaciones. Muy probablemente, el frente se traslada hacia el oeste, hacia el norte del río Genil (Singilis), de tal manera que un poco más arriba de su curso ha debido darse la batalla. Por ahí, entre Ullia y el río Genil, debe andar Munda.

Es más que probable que el hecho mismo de que la tesis de Munda = Montilla haya sido defendida obstinadamente por autores extranjeros de reconocido prestigio (si bien la de una Munda vecina a Osuna encuentre apoyo también en el extranjero Homes), como son von Stoffel, Schulten, Pascucci y otros, haya movido a la investigación nacional a tratar de impugnar dicha tesis frente a los intrusos. Y lo ha hecho bien, a mi juicio, aunque sin lograr convencer (tampoco nosotros suscribimos —sea dicho entre paréntesis, por si no ha quedado suficientemente claro— una Munda = Montilla).

De modo que Munda se nos sigue escapando de las manos: hacia el final de la narración, su desconocido y poco refinado autor redacta dos capítulos enloquecedores en los que, ahora sí, se sale del círculo infernal, y nos lleva sucesivamente a Osuna, Sevilla, Jerez, Cádiz, cercanías de Málaga. El círculo se ha roto y otro círculo (otro contexto) viene a sustituirlo, en el cual las distancias se han agrandado: ¿qué tiene que ver Munda con Osuna? Lo mismo, evidentemente, que con Sevilla o Jerez.

En cuanto al interés de Pompeyo el Joven por dirigirse al mar es algo que sabíamos desde capítulos antes. Ahora bien, ello no prueba que Munda tenga que estar más abajo que Montilla o que el río Genil.

Faventia 25/1, 2003 179-183
Munda
Bartolomé Segura Ramos
Universidad de Sevilla. Departamento de Filología Griega y Latina
Fecha de recepción: 16/4/2002

VENTIPPO

Me preguntaba Juan Sobrino si cabia la posibilidad de editar algo relacionado con nuestra historia dentro del imperio romano ( Castro del Río(Córdoba)), he empezado a recopilar datos sobre la BATALLA DE MUNDA, he encontrado un articulo en un foro el cual me ha resultado bastante interesante, como sabeis hay opiniones para todos los gustos, se situa esta batalla en varias localizaciones. No se habla expresamente de la batalla de munda pero si de sus alrededores ( siempre y cuando hubiese tenido lugar en Osuna).

Este escrito pertenece a Francisco Estepa López. "UN PASEO POR NUESTRA HISTORIA-VENTIPPO". Depósito Legal: SE-3981-04 y editado en el Foro de historia militar el gran capitán.

Existen otros lugares donde existen indicios para suponer que en ellos estan los restos del Campus Mundense, como bien decís, Osuna (Sevilla) y Montilla (Córdoba), lugares que se me ha pasado indicar en en mi mensaje. He leido mucho sobre el tema y al parecer existen más posibilidades de que sea un lugar próximo a Osuna donde se produjese la Batalla de Munda. En otras ocasiones dire algo al respecto.

A continuación escribiré parte de mi obra "UN PASEO POR NUESTRA HISTORIA- VENTIPPO" . Depósito Legal: SE-3981-04.

En ella aparececen datos referentes a uno de los lugares donde se supone pueden estar los restos de Ventippo. citada en el Bellum Hispaniense como uno de los lugares tomados por Cesar el día anterior a la Célebre Batalla. Ventippo es uno de los lugares claves para averiguar el lugar donde se dió la Batalla. Claro está, se dan varios enclaves para Ventippo, uno es el que a continuación describo, que se encuentra en mi pueblo, Casariche (Sevilla), otro en Gilena (Sevilla) y otro en Santaella (Córdoba).

1ª PARTE: VENTIPPO Yacimiento arqueológico Protegido nº 1.

Tres Kilómetros al Norte de Casariche, en la margen derecha del río Yeguas y sobre un montículo que en el pueblo llamamos “La Atalaya”, es posible que se hallen las ruinas de “Ventippo”, ciudad antiquísima anterior a los romanos.

No he podido consultar documentos oficiales sobre este yacimiento, excepto el realizado para la Real Academia de la Historia en 1864 y referencias del mismo en documentos de otros yacimientos. Su descripción se basa, sobretodo, en testimonios de personas que han visto este lugar durante distintas décadas, por mis visitas allí realizadas, por la descripción de otros autores y por los comentarios que se escuchan por el pueblo. Es posible (por desgracia) que al día de hoy no existan algunos de los restos que más adelante describiré.

En esta zona se pueden encontrar, en la superficie del terreno, abundantes restos de cerámica que distintas culturas nos han dejando. Dichas culturas, a mi parecer, son la Ibera, la Cartaginense, la Ibero Romana, y la Romana, pero, como carezco de facultad, no lo puedo dar por seguro. También es posible que se encuentren restos de otras culturas: la Fenicia, la Tartesia, Turdetana, Árabe e incluso Griega.

En la falda del monte y alrededores destaca la cerámica propia de la dominación romana: gruesas tégulas (tejas), ladrillos, las típicas ánforas, etc. También nos podemos encontrar un pasadizo subterráneo que se viene identificando con galerías militares. Hasta hace unas décadas se podían distinguir varias entradas-salidas de la galería, de la que actualmente se conserva tan sólo una, con entrada descendente no directa, es decir, desciende unos metros y gira a la derecha también descendiendo, llega a un lugar más o menos llano donde se ramifica en tres o cuatro galerías, estando tapadas a escasos metros de sus arranques. En dicho llano se conserva un gran bloque de sillería, tal vez de la muralla que rodeaba la ciudad.

También se podía apreciar el arranque de varias cloacas.

En el llano que hay entre el río y el montículo existía una zona con edificaciones, que en la actualidad no son visibles. Confío en que se encuentren enterradas para su mejor conservación, aunque nadie ha sabido confirmármelo. Se comenta que podría tratarse de pequeñas quintas o villas peri urbanas que debieron ser ricas y lujosas, debido a los objetos que allí encontraron, y de los que se adueñaron, algunos “piteros”, sobretodo en la década de los 60 y 70. Tal vez estas viviendas pertenecieran a patricios residentes en Lora de Estepa y/o Estepa; o tal vez casas de legionarios licenciados que edificaron en las correspondientes parcelas que les fueron asignadas para su asentamiento.

Al iniciarse la subida, podemos ver, en buen estado de conservación, una construcción circular con un diámetro aproximado de siete metros, y una altura, sin contar la que se encuentra enterrada, de unos dos metros aprox., tiene una pequeña puerta, que, según algunos autores, se abrió con posterioridad, y arranque de cornisa que serviría para el apoyo de la bóveda. Su verdadera utilidad en la época romana no se sabe con exactitud. Podría tratarse de un fornax (horno) para la cocción de ladrillos, vasijas, etc. o de un edificio funerario, pero se ha venido difundiendo que hay más indicios para suponer que se trataba de un depósito de agua -“TURRIS AQUARUM”-, que serviría para el suministro de agua a la ciudad, suposición que a mi parecer no ha sido apoyada por un estudio arqueológico. Se basa en el descubrimiento décadas atrás de una conducción de agua que la abastecería desde la Fuente Sustancia, en el Rigüelo, a unos cinco kilómetros río arriba, y que hoy se pueden ver a su paso por el Cerro Bellido.
No estoy de acuerdo con esta suposición por:

1º- El mero echo de la proximidad del río a la ciudad, por lo que no existiría (en un gran porcentaje) la necesidad de traer agua de otro lugar.

2º- La incógnita que nos brinda D. Domingo Caballero (q.e.p.d.) en su libro “Breve reseña de la localidad de Casariche”-1969-, que dice así: “ El paso del río durante más de 2000 años ha ido erosionando su margen derecha, que es de la Atalaya; y al mismo tiempo, profundizando su lecho no menos, seguramente, de 4 milímetros por año, es decir: ocho metros en total. Durante el mismo tiempo el arrastre de las tierras de la pendiente por efecto de las lluvias subió esa orilla sus dos o tres metros. Pues bien, si miramos hacia el punto cero de donde parten esas dos cantidades de signo contrario en la pared del barranco que hace el río frente a las piedras que en el pueblo llaman las escaleras, veremos incrustados en la tierra unos restos de edificación a la altura de ocho metros sobre el nivel de la aguas. ¿Restos del revestimiento de un pozo...?.-¿Desagüe de una alcantarilla procedente de la ciudad? Brindo esta incógnita a la juventud del pueblo y a los estudiantes de Bachillerato. La empresa no es ni difícil ni arriesgada: bastan unos metros de cuerda o una escalera, una piqueta y un poco de entusiasmo1, y con eso desharemos las vulgares suposiciones de la gente del pueblo menos instruida.”
Es decir, cabe la posibilidad de la existencia de pozos para la extracción de agua que se usarían para abastecer a la ciudad. Aunque insisto en la proximidad del río.

3º- Aguilar y Cano, en su “Memorial Ostipense”-año 1886- hace la siguiente referencia: “El tercero, que señalan en la misma atalaya, que tiene seis metros de diámetro; puerta y arranque de muralla adosada a la parte N., nos parece resto de torre o fortaleza.”

Dicho todo esto, supongo que se trataría del resto de alguna torre o fortaleza.

En el caso de que el agua se trajera de El Rigüelo, y que los restos de conducción de agua que hay en el Cerro Bellido sean de origen romano (algo que no he podido confirmar), cabría pensar que dicha conducción estaría complementada con acueductos para salvar los desniveles existentes. Se comenta que en alguna que otra ocasión se han podido ver restos de arcos entre el Cerro Bellido y El Rigüelo, que podrían tratarse de restos del acueducto (que tampoco he podido verificar). Todo ello sería una gran obra arquitectónica e hidráulica. Para demostrar la existencia de dicho acueducto sería necesario realizar un minucioso estudio.

En la parte alta del monte se encuentran los restos de los cimientos de un anillo de muros, y en la cima del mismo, al lado opuesto del río, el firme del piso de algunas dependencias y restos de sus cimientos. Al parecer, sobre el suelo de algunas dependencias, a unos 50cms, había otro superpuesto, y el espacio intermedio relleno de escombros, lo que hace suponer que se hizo obra en la vivienda o que se construyó sobre edificios destruidos, como acostumbraban los antiguos. Se comenta que una esquina de esos cimientos, de 1,40m de largo por 1 de ancho, se encontraba, a finales de la década de los 60, perfectamente enlucida en su interior, y que tenía una profundidad de casi dos metros respecto al suelo. El color de las paredes de estas viviendas, según se comenta, era rojo y azul, y que se puede confirmar según los minúsculos trozos de enlucido que se pueden ver en la superficie de este lugar. Los cimientos de varias viviendas podían verse en 1998, casi cubierto de tierra, hoy no visible. Todos estos restos creo que aún se conservan. Hace unos dos años aprox, unas fuertes lluvias u otro hecho dejó a medio descubrir lo que sería el firme o solería de una de las viviendas, realizado con chinos de caliza blanca de varias formas y tamaños, dispuestos irregularmente, separados en varias secciones por piedras negras (¿caliza negra?) con forma de rombo, que en su mayor longitud miden de 8 a 10cms, siendo posible que formaran una especie de asterisco, en cuyo centro había un hueco del que sin lugar a dudas se ha extraído alguna pieza, lo que me hace pensar que fuese de cierto valor y que alguien se ha llevado. Volví a taparlo para su protección. Este conjunto es el que ha dado mayor número de hallazgos (cerámica, estatuas, lucernas, etc.). Tal vez estas viviendas pertenecieran a patricios residentes en Lora de Estepa (Olaura) y/o Estepa (Ostippo); o tal vez casas de legionarios licenciados que edificaron en las correspondientes parcelas que les fueron asignadas para su asentamiento.

Hay estudios que indican la posibilidad de que Ostippo fuera colonizada por veteranos de la legión VI ferrata, no dejando de ser municipio.

A poca distancia aparecen también otros pisos de viviendas. El tiempo transcurrido, el empuje devastador de los vándalos, el saqueo posterior de los árabes y la actual labor expoliadora han reducido buena parte a ruinas y cascotes.

Según Aguilar y Cano, “Allí estuvo el anfiteatro, que sin piedad destruyeron para las obras del ferrocarril...”. Seguramente se corresponda con los escalones que por el lado del río se ven en la roca del monte, y que se conocen en el pueblo como “las escaleras”. Si realmente existió un anfiteatro fue destruido. Como bien dijo Domingo Caballero2, “Esos peldaños tienen 0’50 metros de altura y los antiguos eran bastantes cómodos y prácticos, no hacían escaleras para gigantes. Por otra parte, si fueran gradas de un circo, se vería continuidad en ambas direcciones. Se trata, sencillamente, de vaciados sucesivos y escalonados de una cantera de extracción de bloques.”. “De ella se sacó el balasto para la construcción del ferrocarril – alrededor del año 1860- y firme para las carreteras del pueblo”.

Tal vez esa continuidad exista y no sea visible por estar enterrada, es cuestión de investigarlo.
“ Allí restos de murallas y allí el ábside de un pequeño templo, cuya forma desafía los agravios de los siglos.”. “ La Atalaya bien explorada suministraría objetos para una colección de antigüedades.” “ En poder del aficionado don Antonio Cano paran, entre otras curiosidades extraídas de la atalaya, una cabeza de piedra, un trozo de estatua, un casco de tinaja con marca, varias lucernas, monedas, etc.”. “El que esto escribe conserva, de igual procedencia, una cabeza de estatua, y lo que es más notable, una escultura de la Virgen de las Angustias que, según las personas peritas, pertenece a los tiempos de Don Juan II o los Reyes Católicos, últimos del arte gótico, en que se vislumbraba ya el Renacimiento. Esto ha hecho concebir la idea de que en la Atalaya hubiese alguna torre de la Edad Media con su oratoria y que a él perteneciera la escultura. ¿Se veneraría acaso esa imagen en el pequeño templo romano cuyos restos se conservan, convertido al efecto en templo católico?” 3

Los restos de ese pequeño templo-eremitorio (el ábside) aún se conservan junto al montículo. Actualmente se desconoce el lugar donde se puedan encontrar la cabeza de estatua, la escultura de la Virgen de las Angustias, las lucernas y demás objetos antes mencionados.

Se sabe que existía una calzada romana que unía Badolatosa (Vadus Latus o Badus Latus) con la Atalaya-Ventippo, pasando por el Cortijo Villalata. Otra calzada, como continuación a la anterior, unía Ventippo con Laura (Lora de Estepa) y Ostippo (Estepa), hasta Carteia (Algeciras). Esta cruzaba el Río Yeguas sobre un puente y pasaba por el Almajar, muy próximo al Cortijo Parejo (¿Carruca?). Enlazaba seguramente con una derivación de la calzada de segundo orden que unía Cástulo (Cazlona) con Astigi (Ecija).

También se conservan restos y señales de otra vía romana que desde el Puente Viejo, hoy destruido, que estaba sobre el Singilis (Genil), cerca del Castillo-Anzur (Angellas), se dirigía a Ventippo, y desde allí pasando por el puente del río Yeguas, atravesaba los términos de Estepa y Herrera (¿Cedrippo?), trazado que siglos después utilizarían para realizar la vereda del Santo Rey Don Fernando.

Aguas abajo del Río Yeguas, al distanciarnos un kilómetro de Casariche, se podían ver en el fondo del mismo algunos restos del citado puente romano. Lo que sí podemos observar es el comienzo de dicho puente en la margen derecha del río.

2ªPARTE:

Una interesante descripción de Ventippo es la que realizó el historiador José Oliver y Hurtado en un informe sobre su viaje literario en el territorio comprendido entre Ronda y Osuna. Dicho informe fue enviado a la Real Academia de la Historia el día 9 de septiembre de 1864, y que en parte dice así:

“Pero lo que llama la atención de los vecinos de los pueblos inmediatos, Badolatosa y Casariche, son los restos de la puente romana sobre el Genil que denominaron los naturales del país el Puente viejo. Hallase situada entre los Cortijos de Burraco y Bóveda,(...) cerca del Castillo Anzul, orillas del río del mismo nombre, dista una legua escasa de Badalatosa, otra legua larga de Puente Genil y legua y media de Casariche. Ya estaba quebrada en tiempo del Marques de Valdeflores, que visitó el siglo pasado estos lugares, y es tradición constante que por ella hubieron de pasar los ejércitos de Cneo Pompeio y de Cesar, tradición que recibe gran fuerza del hecho (...) de no ser vadeable en estos sitios de modo que necesariamente hubieron de pasarlo por el puente que ha quedado con el nombre de Puente viejo, en busca de la ciudad de Ventipo, cuyas ruinas se registran a la banda meridional del río en el lugar que llaman Villares del cerro del Atalaya.

Hallanse situados al NE., 4º al N de Casariche y al E de Puente Genil. Distan de la primera población Kilómetro y medio, de la segunda legua y media, del río Genil por Badolatosa legua y cuarto, y de Estepa dos leguas. El cerro del Atalaya linda con el cortijo de Abajo, propiedad de Dn Francisco Cano Morales, que labra también las tierras donde yacen las ruinas de Ventipo. El edificio mas completo, que aun subsiste en pie, es de argamasa y de forma circular, su diámetro 7 metros y 6 cents., tiene una puerta para entrar en el interior, pero es preciso inclinarse por que el piso esté cubierto de tierra que obstruye o dificulta la entrada; en la parte superior hay una especie de cornisa de la misma argamasa, la cual remata el edificio, otro ya arruinado se encuentra frontero, y dél solo se conserva parte de la bóveda, donde las filtraciones de las aguas han formado caprichosas estalactitas.

Hace muy poco que practicadas algunas excavaciones en la cumbre del cerro, en busca de tesoros, se han hallado grandes sillares, y la pared entera de una casa, con otras que destruyeron por su codicia o que ya estaban antes, al quedar sepultadas entre las demás ruinas.
En toda la extensión de los villares se ven ladrillos y barros antiguos, y en su circuito se reconocen cimientos de torreones y de murallas, particularmente sobre la orilla del río Yeguas, que lleva sus aguas al Genil, después de bañar el cerro del Atalaya. En esta dirección se ha descubierto, no hace muchos años, una cantería y todavía se notan allí los cimientos de edificios y sillares, y los vestigios de un puente hacia Estepa, a la que iba una realenga desde el puente viejo, o romano sobre él y el Genil, de que antes se ha hablado. La altura del cerro, computada desde el río, es de treinta metros, y comprende unas setenta fanegas de tierra...

Aquí se encontraron las inscripciones de Ventipo, que el Marqués de Valdeflores vió y copió en Casariche, la casa de Bartolomé de Sojo, á donde dice Jurado, Ulia romana y fundación de Montilla. Ms de la Biblioteca de Medinaceli, que primeramente fueron llevadas, es la misma que hoy sirve de posada en la plaza de la misma villa. En una casa inmediata me aseguraron que existía hace poco tiempo otra inscripción, pero desaparecida ya, siendo inútiles cuantas diligencias he practicado para examinarlas y sacar su traslado. La única persona aficionada que había en el pueblo era el maestro de Humanidades que recogió varias medallas encontradas en aquellos villares, entre ellas las de Ventipo, que remitió a D. Domingo de Silos Estrada, vecino de Osuna. Por mi no he podido adquirir mas que una preciosa moneda de plata del Emperador Domiciano perfectamente conservada, que acompaño con las anteriores.

Desde los villares de Atalaya sigue el camino de Casariche, y desde este punto, tomando la dirección de Oriente a Poniente, que es el punto natural que hubieron de seguir los ejércitos para aproximarse a Urso, hoy Osuna, ocurre primeramente hacia la parte de Medio día la población que lleva el nombre de Lora de Estepa.

Esta debe ser la antigua Olauro, según las inscripciones que en ellas se hallaron...”1
En este mismo informe aparece un dato curioso, en el que se puede ver el valor simbólico que se le dio a la moneda aquí acuñada:

“...en la Hacienda de San Cayetano del Canal (de Puente Genil), propia de dicho conde (de Padilla) se hallaron el tronco de una estatua con ropa geflotante, la portada, al parecer, de un edificio y la medalla de Ventipo, perfectamente conservada, que ha sido regalada al Emperador Napoleón...”

De este lugar, cerro de La Atalaya, recogió D. Domingo Caballero varios objetos que fueron ingresados en el Museo Arqueológico de Sevilla el día 8 de junio de 1971, en nombre del Dr. Benjumea. Algunos de dichos objetos son los siguientes:

-Placa de barro cocido con estampilla circular con flor de ocho pétalos.
-Asa de bronce.
-Alabarda de hierro.
-Panza de vasijas de cerámica ibérica decorada.
-Trozo de mármol rojo veteado.
-Hebilla.
-Cabecilla de barro (rostro).
-Ladrillo con doble inscripción en el canto: AMAVONIS VIVAS.

3ª PARTE:

LA MONEDA DE VENTIPO.

La moneda aquí aparecida y acuñada, aparece con la leyenda VENTIPO, con una sola “P” y con la “T” sobrescrita en la “N”, es catalogada por varios autores cómo procedente de una ceca ibérica. Pero como ya os he indicado en páginas anteriores, al aparecer con una sola “P” , desde mi punto de vista, no muestra un solo símbolo que acredite que sea ibérica. Tal vez podría considerarse ibero- romana. Según algunos autores, la monedo ibero-romana desaparece con la subida al poder de Octavio Augustus, primer emperador romano. Esto sería entre el 27 a.C. y el 14 d.C. Otros autores dicen que la moneda ibérica es la anterior al emperador Augusto y que a mediados del siglo I a.C. en las monedas sólo aparecía alfabeto latino.

En su monedas figura la cabeza de un guerrero en el anverso, y un soldado reciario armado con espada tridente y escudo, con la leyenda VENTIPO en el reverso.

El reciario llevaba oculta una red con la que enredaba al contrario en la lucha El poner ésta figura en la moneda indica que los naturales de Ventippo eran diestros en este género de lucha y uso de la red y tridente. La cabeza galeada con morrión la atribuye a Marte, aunque este tipo de gladiadores y sus luchas parece estaban consagradas al culto de Neptuno, por cuya razón usaban el tridente.

“La moneda es singular, por la circunstancia de darnos la figura de un soldado reciario, cosa que dice el mismo Padre Maestro que no se halla en algún otro ejemplar de medalla” 1

“Aunque no tiene Inscripcion la primera parte de la Medalla, podemos reconocer al Dios Marte en la cabeza galeada, por correfponderle el morrión, y porque el reverfo mueftra tambien el ejercicio de armas, por medio de la figura de un Gladiador Retiario, tan rara y fingular en las Medallas, que creo no fe ha vifto hafta hoy en ellas; y por tanto es muy recomendable, pues nos pone a la vifta con claridad lo que ninguna otra Medalla (...). La figura del reverfo tiene puñal al lado izquierdo, la cara defcubierta fin celada, con una efpecie de birretina, que remata en un colgante largo, y algo arqueado: todo lo que cual es un vivo retrato de lo que los Antiguos nos digeron del Retiario, (...). Defde entonces reconocen los Antiguos el origen de los Retiarios; y fu figura fale ahora primera vez al público, (...) nueftra Ciudad, es indicio de que allí prevalecia efta cafta de lucha, en que fobreffalian los Ventiponenfes, y por effo la efcogieron por empreffa, poniendo al lado el nombre del lugar, VENTIPO, que como fe ha notado, parece fer lo mismo que el Ventiponte del comentario de atribuido a Hircio(...). *Es de gran bronce, rarifima, y de la primera excelencia. ” 2

Además de por la moneda, se puede decir (aunque de forma muy discutida)3 que la ciudad de Ventippo se hallaba en lo que hoy llamamos “La Atalaya” por la aparición de varias lapidas funerarias con dicho epígrafe, que describiré en el apartado “Epigrafía”.

Todo esto hace pensar que la moneda se acuñase después de la Batalla de Munda, que se produjo el 17 de marzo del 45 a.C. ,aunque no lo doy por seguro. Es por ello por lo que dejo las puertas abiertas a otras posibles fechas.

EPIGRAFÍA

Cipo de mármol adornado en su parte superior por una corona de laurel. Hallado en 1724 en la Atalaya. Fue utilizado como poyo en la casa de Bartolomé de Zojo, en la calle de la iglesia. En 1764 fue trasladada a Lucena a la vivienda de D. Francisco de Bruna, donde, en 1860, la vió el historiador Hübner casi cubierta de cal. Actualmente se desconoce su paradero.

D. M. S
Q.EQVITVS.Q.LIB.PRI-
MIGENIVS.VENTIPONE-NSIS.ANN.LXX.PIVS
IN.SVIS.HIC.SITVS
EST.S.T.T.L.
EQVITIA.Q.LIB.FVSCA
VENTIPONENSIA.
ANN.LX.PIA.IN
SUIS.HIC.SITA EST
S.T.T.L.

Trascripción:

D(iis)M(anibus)S(acrum) Q(uintus)(hed)
EQVITIVS(hed)LIB(ertus)(hed)PRI-
MIGENIVS.VENTIPONE-
NSIS.ANN(orum).LXX.PIVS
IN.SVIS.HIC.SITVS
EST.S(it).T(ibi).T(erra).L(evis)
EQVITIA.Q(uinti).LIB(erta).FVSCA
VENTIPONENSIA.
ANN(orum).LX.PIA.IN
SVIS.HIC.SITA EST
S(it)(hed)T(ibi)(hed)T(erra)(hed)L(evis)

Traducción:

“Consagrado a los dioses Manes, quinto Equitio Primigenio, liberto de Quinto, natural de Ventipo, de 70 años, cariñoso con los suyos, aquí está enterrado. Sea para ti la tierra leve. Equitia Fusca, liberta de Quinto, natural de Ventipo, de 60 años, cariñosa con los suyos, aquí está enterrada. Sea para ti la tierra leve”

Fecha: siglo II.

Otros datos:

Es el único ejemplo conocido en Hispania del gentilicio Equitius. Fusca es cognomen referente al color del cabello y de la piel.

Lápida de piedra caliza. Hallada en 1971 en la pared de una vivienda de Gilena (Sevilla).

Desconozco su actual paradero.

D. M. S
L.GA.VI.VS.Q.F.PRIS
CVS.Q.VEN.TIPPONENS.
ANN.L.HIC.S.E.S.T.T.LEVIS.
HVIC.OR.DO.M.M.VENTIP.
PONES.D.L.SEP.F.IN.PEN.SAM.

Trascripción :

D(iis)M(anibus)S(acrum)
L(ucius)GAVIVS Q(uinti)F(ilius)PRIS
CVS Q(uaestor)VENTIPPONENS(ium).
ANN(orum)L HIC S(itus)E(st)S(it)T(ibi)T(erra)LEVIS.
HVIC ORDO M(nicipium)M(unicipii)VENTIP.
PONE(n)S(is)D(crevit)L(ocum)SEP(ulturae)F(uneris) IN.PEN.SAM.

La traducción:

“Consagrado a los Dioses Manes- o de los difuntos-, Lucio Gavio Prisco, hijo de Quinto, cuestor de los Ventipponenses, de 50 años, aquí está enterrado. Sea para ti la tierra leve. En honor de éste el ordo de los munícipes-la corporación de municipales- del municipio Ventipponense ha decretado el lugar de la sepultura y los gastos del entierro.”

Existe la posibilidad de otra trascripción y traducción de la tercera línea y que sería así:

CVS Q(uirina)VENTIPPONENS(is)

de la tribu Quirina, natural de Ventippo-Ventipponense-

Fecha: entre 180-220 d.C. ó sobre 512 d.C.

Otros datos: Medidas:33 x 37,5 x 4 cm. aprox.

El gentilicio Gavius no es muy frecuente en Hispania, apenas seis, ninguno en la Bética.
Fragmento de placa, encontrada en la Atalayuela (Casariche) poco después de 1887 y se conservaba en poder de D. Pedro de Burguillos y Cordón. Se desconoce su paradero actual.

NVMISIA.L.
FAVSTINA
ANN.X
Trascripción:
NVMISIA L(uci)¿Filia?
FAVSTINA ANN(orum)X

Traducción:

“Numisia Faustina, hija? de Lucio...de 10 años de edad...”

Existe la posibilidad de esta otra trascripción:

NVMISIA L(iberta)

Fecha: ?

Placa de mármol rosado. Encontrada en 1973 en el Molino del Caño, fragmentada en cinco trozos, a unos 2Km de Casariche. Desconozco su actual paradero.

Q.VI.BIUS.Q.L.
FIRMILLO. ET
VRVINIA.T.L.TY-
CHE.H.S.S.S.V.T.

Trascripción:

Q(uintus)VIVIUS Q(uinti)L(ibertus)
FIRMILLO.ET
VRVINIA T(iti)L(iberta)TY-
CHE.H(ic)S(iti)S(unt)S(it)V(obis)T(erra)(Levis)

Traducción:

“Quintio Vibio Firmillo, liberto de Quinto, y Urvinia –Urbinia- Tique, liberta de Tito, aquí están enterrados. Os sea la tierra leve.”

Fecha: siglo I o II.

Otros datos: Medidas:29,5 x 41,5 x 4 cm aprox.

Podría tratarse del primer nombre atestiguado del nombre Urbina.
Firmillo podría tratarse de un nombre indígena, homófono del latino Firmillus.

A continuación podrán leer las copias de unas “cartas al director” escritas por mí y publicadas en la prestigiosa revista de divulgación científica “MUY INTERESANTE”:

“MUY INTERESANTE”. JUNIO 2001.

Masacres bélicas de la historia.

“(...) En el número de diciembre se hablaba de las masacres bélicas de la historia. Me gustaría añadir otra más. Se trata de la batalla de Munda, en marzo del año 45 a. de C., relatada en el Bellum Hispaniense por Dión Casio: “ En la guerra civil entre Julio César y los hijos de Pompeyo, la batalla más decisiva tuvo lugar en Munda, la actual Ronda, Málaga. César Perseguía a Cneo Pompeyo desde Ucubis -Espejo-, en Córdoba y el 16 de marzo de ese año, a mediodía, llegó a Ventippo- ¿Casariche?, Sevilla-, que se le rindió sin presentar batalla. Ese mismo día fue a pernoctar con sus legiones a Carruca, que Pompeyo acababa de incendiar. Al día siguiente, comenzó la batalla de Munda. Cneo contaba con 70.000 hombres, y César, con unos 50.000. Murieron cerca de 40.000 hombres, y hubo unos 14.000 presos. Antes de la rendición de Munda, Cneo huyó a Carteia –La línea- y César marchó a Corduba en busca de Sexto Pompeyo, que huyó antes de que él llagara. Sus tropas mataron en Corduba a 22.000 pompeyanos y, días después, decapitaron a Cneo cerca de Hispalis –Sevilla-. Poco después Munda se rindió, triunfo que significó la definitiva victoria de César en la guerra civil y el asentamiento de su poder en Roma.”